LA PROCESIÓN DE NUESTRA SEÑORA DE GUADITOCA A LA FERIA.

 LA PROCESIÓN DE NUESTRA SEÑORA DE GUADITOCA A LA FERIA.

                                                 Revista de Feria de Guadalcanal de 2023

 

Dijo Karl Marx[1] :" Los seres humanos hacen su propia historia, aunque bajo circunstancias influidas por el pasado”. Sin embargo, Helmut Kohl[2] dijo: "Un pueblo que no conoce su historia no puede comprender el presente ni construir el porvenir”.

En el caso que nos ocupa, la historia nos muestra como una decisión—con sus partidarios y sus detractores—tuvo repercusiones importantes e incluso cambió parte de la cultura, de las costumbres y de la economía de Guadalcanal y de varias poblaciones extremeñas como Berlanga, Azuaga, Ahillones o Valverde.

¿Tuvieron en cuenta los promotores de aquel cambio, la historia y las tradiciones del pasado? ¿Tomaron la decisión en aras de unas ideas innovadoras que darían lugar a unas condiciones más ventajosas?

Con la perspectiva que da el paso del tiempo, hoy podemos, al menos en parte, responder a estas cuestiones.

Aquel cambio que nos ocupa, no es ni más ni menos que el traslado de la feria desde el Santuario de Guaditoca a la villa de Guadalcanal.

La feria nació, a la sombra de su Santuario, como la evolución natural de una necesidad, fruto de las continuas visitas y cultos de fieles y devotos a Nuestra Señora de Guaditoca.

La historia de la feria y de la ermita, se confunden en su origen, con la romería anual que se celebraba en la Pascua del Espíritu Santo. Tenemos testimonios de la importancia de esta feria, tales como la carta del patrono del Santuario, Don Juan Pedro de Ortega[3], al Consejo de Ordenes, en defensa de la feria de Guaditoca, en 1786:

“Es esta feria una de las más famosas de toda Extremadura, con innumerable concurrencia de personas de pueblos muy distantes, por cuya circunstancia consigue esta villa un poco de alivio en su vecindario; por cuanto los que hacen postura a el ramo de su alcabala del viento y a los abastos públicos, esperanzados con el gran ingreso que les produce un concurso tan numeroso y la pluralidad de contratos de ventas y permutas que se celebran, ofrecen y pagan derechos más crecidos que aquellos que prometerían, si no se celebrase la feria. De modo que cuando menos sube esta ventaja a mil ducados de vellón, que dejan, por esta causa, de repartirse a el común de su vecindad, por hallarse el pueblo encabezado, y cederían indispensablemente a la Real Hacienda, si se administrase de su cuenta.” [4]

Ocho días antes de la feria de 1784 tomó posesión del cargo de Corregidor[5] de la villa de Guadalcanal, Don Antonio Donoso de Iranzos, Abogado de los Tribunales de la Nación. Tras hacer buena amistad con el patrono del Santuario—Juan Pedro de Ortega—Antonio Donoso visita la feria y queda maravillado de su importancia y de los réditos económicos que deja al patronato. Pero posteriormente, por diversas causas, se resiente su amistad con Juan Pedro de Ortega, y comenzará una pugna entre el Patronato y el Ayuntamiento para trasladar la feria a Guadalcanal.

Pero no será hasta el año 1792, con el Corregidor Don Diego Salcedo (abogado también) cuando se consiga este empeño. La continuidad del Patronazgo—asunto que disputaba la Villa a la familia de los Ortega—se tramitó ante el Real Consejo de Órdenes Militares, que reconoció a los Ortega sus derechos y su continuidad. Mientras tanto, el 29 de febrero de 1792,  Salcedo eleva pedimento a la Real Audiencia de Cáceres solicitando el traslado de la feria a la Villa de Guadalcanal.

El Ayuntamiento de Guadalcanal decidió apoyar al Corregidor, y al día siguiente se  leyó el auto de Salcedo y se acordó informar favorablemente la solicitud del Corregidor a la Real Audiencia de Cáceres, ampliando sus razones y alegando otras.

El día 14 de mayo, de ese año de 1792, la Audiencia toma una decisión, y dicta lo siguiente:

“Cáceres y Mayo catorce del mis setecientos noventa y dos. Se da facultad al Alcalde Mayor de la villa de Guadalcanal, para que haga trasladar a ella la Feria o Mercado, que ordinariamente se ha hecho en la Ermita de Nuestra Señora de Guaditoca y sus inmediaciones por el tiempo de Pascua de Pentecostés, cuidando de que se ejecute con tranquilidad y buen orden, y de que a los forasteros se les provea de víveres a justos y moderados precios.

Librándose para ello la correspondiente certificación.

Lo proveyeron y rubricaron los señores Regente y Oidores de la Real Audiencia de Extremadura, estando el Acuerdo, de que certifico.

 

                                                       (Está rubricado. Peña.)

 

Y en cumplimiento doy esta que firmo en Cáceres a diez y seis de Mayo de mil setecientos noventa y dos.

D. Manuel Antonio de la Peña.” [6]

 

El traslado de la feria fue la decadencia de ésta, porque le faltó lo que era vital para ella, la proximidad al Santuario de Guaditoca. Las innovaciones a veces son muy peligrosas, porque no puede hacerse en un día lo que requiere siglos para formarse.

Para acoplar el nuevo estado de cosas el Ayuntamiento acordó:

 “En primer lugar que para recordar la devoción de la Santa Imagen de Nuestra Señora de Guaditoca a los fieles y devotos, se traiga anualmente a la Parroquia Iglesia Mayor de Santa María de esta villa, en donde se le de culto por los tres días de feria, con una Misa cantada y la luminaria de cera correspondiente, y que al final de dichos tres días se saque por la tarde procesionalmente a dicha Soberana Imagen alrededor de la plaza y en el siguiente se restituya con el culto debido a su santa  Ermita”.[7]

Y aquí encontramos el origen de la procesión de Nuestra Señora de Guaditoca a la feria, que en los primeros años se celebró en la plaza y sus alrededores. Y en 1897 se busca un nuevo enclave siendo este en el Coso: “...en sitio espacioso y llano, a la salida de la Villa y próximo a la estación del ferrocarril, señalándose los primeros días de Septiembre para celebrarla. Desde entonces va adquiriendo renombre y fama, siendo de desear que vuelvan los días de su antiguo esplendor. Aún se llama la Feria de Guaditoca, pero de lo pasado solo queda, como un recuerdo, la procesión que se hace con la Santa Imagen de la Virgen de Guaditoca en la última tarde alrededor del ferial…” [8]

Portada de la Revista de Feria del año 2013.

Ayuntamiento de Guadalcanal.

Podemos observar—al menos en el caso que nos ocupa—que la historia es obstinada y que, a veces, rige nuestro comportamiento para que nuestras decisiones sigan haciendo historia. Y aunque no queda nada de aquella feria que durante siglos existió en el Santuario de Guaditoca, al menos nos queda la procesión de nuestra Patrona al real de la actual feria en su tercer día. Acontecimiento que no solo es de imperativo cumplimiento por estar contemplado en las actuales reglas que rigen la hermandad, sino porque es uno de los días más esperados por los hijos de Guadalcanal para acompañar a su Patrona, Nuestra Señora de Guaditoca, por su calles y por el real de su feria.

 

 

Rafael Ángel Rivero del Castillo

rafaelangelriverodelcastillo.blogspot.com

Granada, abril de 2023

 


BIBLIOGRAFÍA:

-"El Santuario de Nuestra Señora de Guaditoca". Antonio Muñoz Torrado. Sevilla 1919. Reedición del Ayuntamiento de Guadalcanal de 2002.

-"Los últimos días de la feria de Guaditoca". Antonio Muñoz Torrado. Sevilla 1922. Reedición del Ayuntamiento de Guadalcanal de 2018.

-"Apuntes histórico-artísticos sobre la ermita de Nuestra Señora de Guaditoca". Salvador Hernández González. Revista de feria de Guadalcanal. 2013.

-“Reglas de la Hermandad de Nuestra Señora de Guaditoca”.



[1] Karl Marx (Alemania, 1818-1883). Filósofo, economista, sociólogo, periodista, intelectual y político comunista alemán de origen judío

[2] Helmut Joseph Michael Kohl (Alemania, 1930-2017). Político y estadista. Ex canciller de Alemania.

[3] Juan Pedro de Ortega y Toledo. Patrono y Administrador del Santuario de Guaditoca entre 1778 y 1788 y Alférez Mayor de Guadalcanal.

[4] Antonio Muñoz Torrado. “Últimos días de la feria de Guaditoca". Sevilla 1922. . Edición de 2018. Pág. 10.

[5] Un corregidor era un funcionario real del imperio español cuyo oficio comprendía varios ámbitos y emplazamientos, desde el provincial hasta el municipal, siendo el lazo de unión entre estos poderes territoriales y el monarca.

[6] Ibidem. Pág. 55

[7] Ibidem. Pág. 56-57.

[8] Ibidem. Pág. 62-63

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