CORRIENDO EN EL AMANECER GRANADINO
Aún no ha amanecido cuando salgo trotando por el claustro fresco del enclave medieval y granadino de los monjes-soldados mercedarios calzados, después de atravesar la puerta Elvira me adentro en el Albaicín, en la Granada musulmana. Asciendo por la cuesta de Abarqueros, donde ya mis músculos se tensan y mi corazón y pulmones empiezan a protestar. Cuando alcanzo la calle empedrada del Zenete, mi cuerpo ha calentado y la altura de la calle y su leve desnivel paralelo a la ladera permiten que, mientras disfruto de la vista sobre el centro de Granada, alcance la cuesta de Marañas. Tras el respiro de la bajada, me adentro en la calle de San Juan de los Reyes. Su leve pero continua pendiente me obliga a ralentizar el ritmo, y así poder ver fugazmente la Alhambra a medida que voy pasando a la altura de los callejones estrechísimos de Zafra, Gloria, Santísimo y Candil. Traspaso el arco de San Juan de los Reyes y caigo en la cuesta del Chapiz, cuya pendiente me obliga a frenar. Cientos de...